¿De verdad necesitamos el alcohol para divertirnos?

Creo que pensando en el Festival celebrado el pasado sábado en mi barrio y viendo que ha habido menores que han accedido a este evento en el que se servía alcohol me ha recordado a las fiestas de mi pueblo y a un evento deportivo donde había menores y en el que se servía bebidas alcohólicas el verano pasado cuando esto está expresamente PROHIBIDO en la normativa deportiva. 

El año pasado nos encontramos a una niña de 13 años con tal estado de embriaguez, y que estaba a punto de entrar en un coma etílico. Ahí saltó mis alarmas y lo percibí como un problema social muy grave. 

Y yo como educadora social vengo a cuestionar e incluso a luchar contra el ocio basado en el alcohol. ¡Claro que la música es cultura! Pero, ¿por qué tiene que venir acompañada de alcohol y de ciertos comportamientos incívicos que pueden suponer un problema importante para la salud pública y la convivencia en mi barrio? 

Hay miles de propuestas de actividades socioeducativas que se podrían realizar, y creo que también sería muy interesante que alguno de los Cursos de Verano de la UAL se pudiera celebrar en mi pueblo, porque eso acercaría aún más la Universidad y el conocimiento cinetífico a las vecinas y vecinos de mi pueblo. Se podrían hacer talleres de fotografía, talleres socioeucativos para prevenir el racismo, el machismo, la LGTBIfobia, se podría organizar una limpieza en las zonas verdes de mi pueblo como una actividad que podría concienciar acerca del cuidado de nuestro entorno, prevención de drogodependencias (entre ellas el consumo de alcohol), grupos de lecturas, teatros, etc. 

No digo de prohibir las bebidas alcohólicas, pero sí que sería muy adecuado gravarlas aún más en impuestos, puesto que el consumo excesivo de alcohol en estos tipos de eventos puede generar un gran gasto económico y humano en el Sistema Sanitario.

Lo que se ha visto en mi barrio acerca de personas que hacían sus necesidades en plena calle no deja nada más que una lamentable imagen de incivismo y la necesidad de dar alternativas de ocio más saludables, no solo para las personas jóvenes, sino también para las personas adultas. Un ocio más saludable alejado del alcohol también mejoraría en gran manera la salud mental de la que tanto se habla en este país y de la que la destrozamos con el consumo de alcohol.

El alcohol, al igual que el tabaco, es una droga legal y que como profesionales de la Educación Social tenemos el DEBER ético de asumir la función de prevención desde los Servicios Sociales Comunitarios y desde nuestro entorno. 

Un espacio libre de alcohol y de tabaco supone un gran beneficio en la Salud Pública tanto a nivel físico como a nivel mental. 


Fuente: Cuenta de X del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD)



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