Digan lo que digan, el Trabajo Sexual es TRABAJO y punto.
A pesar de que la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce el Trabajo Sexual como TRABAJO, las trabajadoras sexuales siguen recibiendo ACOSO E INSULTOS de supuestas feministas (yo no las consideraría como tal) incluso de mi propia profesión (Educadoras Sociales) y de otras profesionales del ámbito social (Trabajadoras sociales, Psicólogas, Pedagogas...) diciéndoles que ellas son VÍCTIMAS de sus PROPIAS ELECCIONES PERSONALES.
Vayamos por partes; en primer lugar como profesionales de lo social que somos, debemos usar nuestras herramientas de investigación, tanto cuantitativas (cuestionarios, etc.) como, y sobre todo, CUALITATIVAS (entrevistas en profundidad, historias de vida, dinámicas grupales como los Grupos de Discusión...) para observar y analizar qué es lo que piensan ellas de las políticas actuales que confrontan con su profesión y sus opiniones sobre la corriente "abolicionista" de gran sector de la izquierda y su posible influencia de la moral cristiana en la misma.
El abolicionismo, hay que decirlo más, es un discurso profundamente patriarcal, racista y muy clasista que separa el trabajo "decente" (jornaleras, trabajadoras del hogar, cajeras, barrenderas, administrativas, enfermeras, médicas, científicas, maestras, educadoras sociales, trabajadoras sociales, etc.) y el trabajo INDECENTE, INMORAL, PRECARIO (como si no hubiera ya precariedad en las profesiones "decentes"), ABOMINABLE... En el caso del segundo, las abolicionistas rechazan que las trabajadoras sexuales tengan derechos (eso no es muy feminista que digamos) y tampoco creen que deban tener recursos para que ellas puedan elegir si quieren seguir ejerciendo o tener alternativas laborales. El abolicionismo intenta imponer a la fuerza que estas mujeres trabajen en lo "DECENTE", como si ya en estos trabajos no vendemos nuestros cuerpos, tiempo y conocimientos a empresas para su producción a cambio de dinero (eso es el capitalismo, amigues).
Desde la Educación Social DEBEMOS romper toda esa relación con el abolicionismo y empezar a utilizar una de nuestras herramientas más poderosas que tenemos como profesionales: ESCUCHA ACTIVA, sin juzgar y despojándonos de todo prejuicio que tenemos (porque sí, las educadoras y educadores sociales también tenemos prejuicios, ¿quién no los tiene?).
Soy partidaria de una Educación Social que empodere a las trabajadoras sexuales frente a la violencia de las abolicionistas, porque al final se demuestra que ellas se juntan con los clientes o peor, con proxenetas como es en el caso de Mabel Lozano y Amelia Tiganus apoyando y promoviendo al proxeneta convicto "El Músico" tal y como denuncia el Sindicato de Trabajadoras Sexuales OTRAS en X:
https://x.com/OtrasSindicato/status/1935454299531718769
La Educación Social NO puede posicionarse ante una corriente que pretende censurar a las trabajadoras sexuales cada vez que hay una conferencia de las mismas en las Universidades Públicas, vulnerando así un DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL como es el de la LIBRE EXPRESIÓN. Como profesionales debemos escucharlas y acompañarlas en todo lo que necesiten y si ellas deciden cambiar de ámbito profesional, nosotras estaremos allí para acompañarlas, pero NO para INFANTILIZARLAS ni para UTILIZARLAS políticamente cuando nos convenga.
Son las propias trabajadoras sexuales las que deben alzar su voz ante tal violencia y nosotras escucharlas y entender sus experiencias sin juzgar desde la empatía.
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