La Educación Social no puede ser apolítica

Me ha llegado a mi blog un comentario que decía que no se debía politizar la Educación Social a raíz de mi última entrada "Hora de hacer una crítica a la profesión de la Educación Social". No es por nada pero, ese argumento me recuerda mucho a los argumentos de los votantes de la ultraderecha. Si esa persona ha leído a Paulo Freire sabrá que él dijo: "cada acto educativo es un acto político", por lo que SÍ, hay que politizar la Educación Social, porque en sí misma es POLÍTICA y como tal hay que politizarla. La lucha por el Estado del Bienestar y por los Derechos humanos es POLÍTICA. Si hay algún educador/a Social que discrimine o rechace a alguna persona por el mero hecho de pertenecer a un colectivo vulnerable y en riesgo de exclusión social ya no sólo por su intervención, sino por su discurso es un deber aplicar el Código Deontológico. 

La Educación Social no puede ni debe permitirse discursos que lejos de incluir a aquellas personas que están en riesgo de exclusión social en las diversas redes sociales (sociedad), porque entonces va en contra del propio Código Deontológico y del espíritu de la profesión. Por eso es fundamental que en la profesión haya momentos para la reflexión y la crítica para la construcción de la profesión. 

Que casualidad que ese comentario se hay hecho en un post en el que defendía que la Educación social debe defender los derechos del colectivo LGTBIQ+, ¿Qué pasa? ¿Que ahora el colectivo LGTBIQ+ va a ser el culpable de todos los males de la sociedad?. No se puede tolerar esas actitudes, pero ni en las intervenciones ni en los discursos de las propias educadoras y educadores sociales. La educación es la mejor herramienta para cambiar el mundo y para crear una sociedad más justa y solidaria. 

Tampoco podemos permitirnos mirar para el otro lado, el delito de odio está tipificado en el artículo 510 del Código Penal, ya no sólo es cuestión ética de la profesión, es también una cuestión legal y de justicia para aquellos colectivos oprimidos y perseguidos por esos discursos de odio.