Menos porno y más educación sexual



En los últimos días se está demostrando que el caso de 'La Manada' no es un hecho aislado, de hecho hace poco en Molins del Rei hubo otro caso de viollación múltiple. Como sociedad debemos reflexionar qué educación sexual están recibiendo los jóvenes, es más, deberíamos preguntarnos si están recibiendo educación sexual tanto en el ámbito escolar, como en el familiar. Ayer leí un artículo estremecedor en El Mundo sobre "Pornonativos" (aquellos jóvenes que empiezan a ver escenas pornográficas en Internet a edades cada vez más tempranas) y a su vez en Twitter vi comentarios de personas escandalizadas porque un libro de educación sexual explican a niños de 7 años sobre distintos temas tan naturales como la masturbación, la diversidad sexual, el preservativo... Cosas que para mí son naturales, para estas personas van en contra de un dogma moral y religioso que impiden el desarrollo de una educación sexual en el que permita enseñar a los niños que un NO es un NO o que no sólo hay una orientación sexual y que ésta NO se elige, que no sólo hay una identidad sexual o de género único y binario. 

La educación sexual va más allá de lo físico, se trata de reconocer y respetar que hay una gran diversidad y que se puede vivir la sexualidad de muchísimas maneras. Este sería un gran paso para acabar con la cisnormatividad del heteropatriarcado. Pero a muchas personas les da miedo que as niñas y niños aprendan que existe esta diversidad y no les da miedo que ese rechazo pueda provocar una situación de violencia en alguno de sus hijas o hijos. 

Realmente la cultura de la violación se basa en la cultura del porno; no hay película alguna en el que la mujer no se vea sometida al dominio del hombre. ¿Esa es la manera de educar en la sexualidad a los jóvenes? Los prejuicios que he nombrado anteriormente precisamente provoca que los jóvenes recurran a Internet para saber más acerca del sexo. Un libro de educación sexual que explica lo que es la masturbación no incita a un niño a hacerlo, simplemente les está dando a conocer un acto muy natural, ya que los niños (aunque algunas personas no lo reconozcan) se masturban desde muy pequeños de forma inconsciente. La masturbación, aparte de ser un medio para obtener placer, también les permite conocer mejor su cuerpo ¿eso es malo? Desde luego que no, es más, es necesario que conozcan lo que es la masturbación como un acto natural más que no les perjudica en nada. 

La educación sexual no sólo se debe abordar en el ámbito escolar, también hay que hacerlo en el ámbito familiar y romper los tabúes. Es necesario que desde las familias expliquen la sexualidad a sus hijos, ya no sólo para prevenir embarazos no deseados sino también para que empiecen a comprender que las relaciones sexuales siempre son DESEADAS y de que hay unas libertades sexuales que hay que respetar. 

Aún hay mucho camino por recorrer en materia de educación sexual, pero es necesario abordarlo desde un punto de vista también familiar para que los jóvenes no tengan una imagen distorsionada del sexo y de la sexualidad. 

Comentarios

  1. Obviamente la educación sexual no deja de ser una asignatura pendiente hoy en día. La educación sexual que se ejerce en el ámbito formal (en las escuelas, colegios o institutos) presenta muchas carencias en cuanto a información recibida. Es por ello que la falta de información explícita acerca del tema conlleva a los jóvenes a buscar otras fuentes de conocimiento, como son los amigos, la familia, la pornografía y la experiencia sexual propia. El problema está en que las escuelas y la familia no enseñan un modelo de educación sexual integral que permita que los niños y niñas tengan acceso a una información amplia y detallada, que generen actitudes y valores positivos hacia la sexualidad, la libertad sexual y la diversidad de orientaciones sexuales (Pérez, 2016).
    La familia no debe pensar que la educación sexual es ajena a ellos, sino que deben comprometerse con la formación en esta área, que permita establecer con los hijos un diálogo y comunicación positiva sobre los problemas que van ligados a la educación sexual (Puerto Pascual, 1997).
    El modelo de educación sexual actual en los espacios educativos propicia la consolidación de tabúes basados en los prejuicios existentes en la sociedad y un ejemplo claro de ello lo vemos en los contenidos que se imparten en ellos (contenidos excesivamente relacionados con la biología, con objetivos centrados exageradamente en la prevención, etc) (Puerto Pascual, 2001). Le dan más importancia a realizar campañas de prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados (también considerados aspectos importantes) y dejan en segundo plano la educación afectivo-sexual en las relaciones de pareja y el placer derivado de las prácticas sexuales (Venegas, 2017).
    Según datos del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), la familia y la escuela se encuentran ausentes en la socialización afectivo-sexual de los niños/as. Debido a esto, otros agentes de socialización son los que están ocupando este lugar (Venegas, 2017). Según Pérez (2016) el acceso a las nuevas tecnologías desde edades tempranas ha generado un espacio donde los adolescentes recurren para indagar respecto a estos contenidos, y un ámbito muy recurrente entre los adolescentes es la pornografía, lugar muy influyente en la educación sexual desde temprana edad, donde éstos adquieren una idea del sexo un tanto distorsionada, mostrando una relación desigual, donde la mujer (considerada como objeto) se encuentra sometida a los deseos constantes del hombre. Y esto es lo que está provocando la erotización de la violencia sexual, llevando a que ocurran violaciones y agresiones sexuales constantes.
    Como estudiante de Educación Social me pregunto, ¿qué es lo que estamos haciendo mal? El problema no podemos obviarlo, está presente en nuestro día a día, y algo tenemos que hacer para cambiarlo. Para que la educación sexual sea efectiva se debería hacer un cambio de perspectiva con respecto a la sexualidad y ello supondría incluir los siguientes aspectos en sus contenidos: biológicos, psicológicos, afectivos, sociales, culturales, axiológicos, religiosos e higiénicos-sanitarios, donde los individuos puedan darle un sentido global a la educación sexual. Estas áreas son las bases donde la institución escolar y familiar deben apoyarse para buscar la información que los niños necesitan en este proceso educativo (Puerto Pascual, 2001).
    Según Venegas (2017), la educación sexual debería ser interdisciplinar, entendiéndola como un proceso que no va ligado a una institución específica, sino a un trabajo colaborativo en los múltiples sistemas en los que el sujeto se desarrolla. Es un proceso continuado que dura toda la vida (Puerto Pascual, 1997).
    Tras analizar este hecho, lanzo una pregunta que deberíamos reflexionar: ¿Sería necesario incluir la coeducación afectivo-sexual en el currículo escolar, en donde las familias deban ser participantes activos en este proceso? Obviamente, y bajo mi punto de vista sería un gran paso con respecto al tema que estamos tratando.

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  2. Obviamente la educación sexual no deja de ser una asignatura pendiente hoy en día. La educación sexual que se ejerce en el ámbito formal (en las escuelas, colegios o institutos) presenta muchas carencias en cuanto a información recibida. Es por ello que la falta de información explícita acerca del tema conlleva a los jóvenes a buscar otras fuentes de conocimiento, como son los amigos, la familia, la pornografía y la experiencia sexual propia. El problema está en que las escuelas y la familia no enseñan un modelo de educación sexual integral que permita que los niños y niñas tengan acceso a una información amplia y detallada, que generen actitudes y valores positivos hacia la sexualidad, la libertad sexual y la diversidad de orientaciones sexuales (Pérez, 2016).
    La familia no debe pensar que la educación sexual es ajena a ellos, sino que deben comprometerse con la formación en esta área, que permita establecer con los hijos un diálogo y comunicación positiva sobre los problemas que van ligados a la educación sexual (Puerto Pascual, 1997).
    El modelo de educación sexual actual en los espacios educativos propicia la consolidación de tabúes basados en los prejuicios existentes en la sociedad y un ejemplo claro de ello lo vemos en los contenidos que se imparten en ellos (contenidos excesivamente relacionados con la biología, con objetivos centrados exageradamente en la prevención, etc) (Puerto Pascual, 2001). Le dan más importancia a realizar campañas de prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados (también considerados aspectos importantes) y dejan en segundo plano la educación afectivo-sexual en las relaciones de pareja y el placer derivado de las prácticas sexuales (Venegas, 2017).
    Según datos del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), la familia y la escuela se encuentran ausentes en la socialización afectivo-sexual de los niños/as. Debido a esto, otros agentes de socialización son los que están ocupando este lugar (Venegas, 2017). Según Pérez (2016) el acceso a las nuevas tecnologías desde edades tempranas ha generado un espacio donde los adolescentes recurren para indagar respecto a estos contenidos, y un ámbito muy recurrente entre los adolescentes es la pornografía, lugar muy influyente en la educación sexual desde temprana edad, donde éstos adquieren una idea del sexo un tanto distorsionada, mostrando una relación desigual, donde la mujer (considerada como objeto) se encuentra sometida a los deseos constantes del hombre. Y esto es lo que está provocando la erotización de la violencia sexual, llevando a que ocurran violaciones y agresiones sexuales constantes.
    Como estudiante de Educación Social me pregunto, ¿qué es lo que estamos haciendo mal? El problema no podemos obviarlo, está presente en nuestro día a día, y algo tenemos que hacer para cambiarlo. Para que la educación sexual sea efectiva se debería hacer un cambio de perspectiva con respecto a la sexualidad y ello supondría incluir los siguientes aspectos en sus contenidos: biológicos, psicológicos, afectivos, sociales, culturales, axiológicos, religiosos e higiénicos-sanitarios, donde los individuos puedan darle un sentido global a la educación sexual. Estas áreas son las bases donde la institución escolar y familiar deben apoyarse para buscar la información que los niños necesitan en este proceso educativo (Puerto Pascual, 2001).
    Según Venegas (2017), la educación sexual debería ser interdisciplinar, entendiéndola como un proceso que no va ligado a una institución específica, sino a un trabajo colaborativo en los múltiples sistemas en los que el sujeto se desarrolla. Es un proceso continuado que dura toda la vida (Puerto Pascual, 1997).
    Tras analizar este hecho, lanzo una pregunta que deberíamos reflexionar: ¿Sería necesario incluir la coeducación afectivo-sexual en el currículo escolar, en donde las familias deban ser participantes activos en este proceso? Obviamente, y bajo mi punto de vista sería un gran paso con respecto al tema que estamos tratando.

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