¿Cómo ser Educador/a Social y no morir en el intento?




Este año vuelvo a participar en el Carnaval de Blogs del Col·legi d'Educadores i Educadors Socials de Catalunya con motivo del Día Internacional de la Educación Social. Y el tema propuesto de este año es hablar sobre los errores en el desarrollo de la vida profesional. Antes de comenzar he de destacar que acabo de finalizar el Grado y aún no tengo experiencia como profesional, por lo que hablaría de mi experiencia en los Practicum del Grado. No sé si procederá o si será ortodoxo hablar de ello, pero hay que tener en cuenta que eran las dos únicas veces en las que me acerqué a la realidad de la Educación Social fuera del ámbito académico. Tampoco quiero entrar en muchos detalles, sólo pretendo reflexionar sobre aquellos numerosos errores que he cometido durante los períodos de prácticas con el que pretendo mejorar tanto como persona como profesional que acaba de terminar el Grado y que está a punto de entrar en el mercado laboral.


En mi primer Practicum, en segundo curso y que fueron apenas tres semanas. Se suponía que era unas prácticas de observación, que acabaron siendo de prácticas de actuación. Fue en una residencia de personas de tercera edad y no, no había ningún educador/a social, por lo que las actividades teníamos que programarlas mi compañera y yo. Fue bastante duro, sin apenas conocimientos teóricos sobre evaluación de dichas actividades tuvimos que hacer algo parecido a un programa de intervención contando con los recursos materiales que disponía el centro. He de reconocer que aprendí bastante con esa experiencia, aunque me hubiese gustado que se conociera más la figura profesional en estos centros, ya que mi compañera y yo tuvimos que explicarle a la Dirección del centro qué es y cuáles son las funciones del Educador/a Social en una Residencia. Si no fuera por la ayuda de mi compañera y de la dirección no sabría si hubiera podido sacar adelante la intervención. 

En el Practicum II, en cuarto curso, en las que sí eran prácticas de actuación estuve en un colegio de educación especial ayudando a una adolescente autista extranjera a aprender español. Aún teniendo un programa para la enseñanza del español como lengua extranjera tuve la suerte de contar con la ayuda de la Psicóloga del centro para que me ayudase a hacer las adaptaciones necesarias en las actividades a las necesidades de la alumna sobre todo en cuestiones tan básicas como la comida, la ropa, el saludo, etc y acompañarla en diferentes salidas que se organizaban desde el centro. Fue un poquito más complicado puesto que tampoco tenía mucha experiencia en el campo de la educación especial, pero siempre tuve la ayuda de los profesionales del centro que desde aquí me gustaría agradecerles. Tuve muchísimos errores en cuanto a planificación y a la duración de las actividades y de no saber afrontar diversas situaciones que para mí eran muy nuevas. Era como si hubiera salido de la burbuja de la Universidad para acercarme a la realidad.



He cometido muchísimos errores, y mi actuación en los dos períodos de prácticas tendría que haber sido mucho mejor, pero, lo positivo es que de los errores se aprende y que se puede reflexionar para mejorar aquellos aspectos que no terminan de encajar en la intervención.  



Mi conclusión desde la poca experiencia práctica que tengo es que la tarea del Educador/a Social no es tarea sencilla como muchas personas creen, si bien es cierto que la formación debe mejorar (que en mi opinión esto debe ser un objetivo de las Universidades) requiere también una formación continua y sobre todo también requiere un trabajo en equipo en el que los profesionales pueden aportar desde sus respectivos campos de conocimiento.




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